lunes, 30 de noviembre de 2009

Seis razones impiden la reconciliación entre evolución y religión

Seis razones impiden la reconciliación entre evolución y religión

Pero la teoría evolutiva de Darwin podría ser vista como fuente de fe, según Shermer

 

Reproducido desde tendencias21 


Michael Shermer, editor de Skeptic magazine y escritor, publica en CNN un artículo en el que analiza las resistencias de los creyentes hacia la teoría de la evolución. Según el autor, seis son las razones que generan resistencias a la aceptación de esta teoría, a pesar de su importancia para el conocimiento humano. Todas ellas son miedos infundados, afirma Shermer, puesto que la teoría de la evolución en realidad podría aportar a aquéllos que creen en Dios una fuente de sobrecogimiento ante su “Obra”, de una profundidad jamás soñada por nuestros ancestros. Por Yaiza Martínez. 



Fuente: Everystockphoto.
ichael Shermer, editor de Skeptic magazine, columnista de la revista Scientific American, y autor de los libros "Why Darwin Matters" y "The Mind of the Market", ha escrito en CNN un artículo en el que se pregunta por qué los creyentes norteamericanos no aceptan la teoría de la evolución de Charles Darwin. 

Seis razones esgrime Shermer para explicar esta resistencia, cuando se acaba de cumplir el 150 aniversario de la publicación de “El origen de las especies”, un libro en el que el naturalista británico presentó su revolucionaria teoría sobre la evolución. 

El origen de las especies 

Esta obra, explica Shermer, resultó ser de enorme importancia. Thomas Henry Huxley, biólogo británico del siglo XIX conocido como el Bulldog de Darwin por su defensa de la teoría de la evolución, señaló incluso que “El origen de las especies” ha sido el instrumento más potente para la expansión del conocimiento desde el “Principia” de Newton. 

A pesar de ello, aún en 2001, la Gallup Poll (sondeo de opinión frecuentemente usado para representar a la opinión pública) señaló que el 45% de los americanos estaban de acuerdo con la afirmación de que “Dios creó al ser humano prácticamente tal y como es ahora, en algún momento de los últimos 10.000 años”. 

El 37% de los encuestados prefirió la afirmación “el ser humano se ha desarrollado durante millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios ha guiado este proceso”, y sólo el 12% creía en la teoría científica estándar: “el ser humano se ha desarrollado durante millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios no ha tomado parte en esta evolución”. 

Estos porcentajes han cambiado poco en las siguientes encuestas realizadas, a pesar del paso del tiempo, escribe Shermer. 

Miedos comunes 

Para el autor del artículo, seis son las razones que hacen que los norteamericanos se resistan a aceptar la evolución. 

La primera de ellas sería el modelo de conflicto entre religión y ciencia, la creencia en que hay una batalla establecida entre ambas, y que hay que posicionarse a favor de una u otra. 

La segunda razón es la creencia en que la evolución es una amenaza para las doctrinas religiosas. Mucha gente intenta utilizar la ciencia para probar algunas de estas doctrinas, pero como esto no se consigue, la ciencia resulta rechazada. Por ejemplo, se intenta probar que la historia de la creación del Génesis puede tener un reflejo en los registros fósiles, pero éstos en realidad revelan que la vida en la Tierra surgió hace miles de millones de años, y no hace sólo 10.000 años, que es lo que propondría el Génesis. 

Por otro lado, existe según Shermer una mala interpretación de la teoría de la evolución. La mayoría de la gente sabe poco acerca de ella, tal y como se constató en la encuesta arriba mencionada, en la que un cuarto de los encuestados afirmó que no sabía lo suficiente acerca de la evolución como para determinar si la aceptaba o no. Este problema se ve acrecentado por la controversia de la teoría de Darwin, lo que ha provocado que en las escuelas de Estados Unidos ésta a menudo no se enseñe. 

Una cuarta razón para el rechazo es el temor a que la evolución degrade a la humanidad. Después de que Copérnico descartara nuestra situación central en el cosmos, Darwin reveló que somos “simples” animales, sujetos a las mismas leyes naturales y fuerzas históricas que otras especies. 

La quinta razón de la resistencia a la evolución radicaría en la relación entre ésta y el nihilismo ético. Según algunos neoconservadores actuales, ninguna comunidad humana puede sobrevivir si sus miembros creen que sus vidas carecen de sentido o que vivimos en un universo que no tiene sentido. 

Por último, la sexta razón, según Shermer, sería el miedo a que la teoría evolutiva extendida en el pensamiento humano implique el fallo de las doctrinas políticas y económicas, dado que la constitución de la humanidad es más fuerte que la constitución de los Estados. 

Las cinco primeras razones para la resistencia a la evolución han provenido casi exclusivamente de los políticos conservadores. Esta última razón, en cambio, está originada por los liberales. 

Evolución divina 

Según Shermer, todos estos temores carecen de base. En primer lugar, si uno es creyente, no debería importar en qué momento creó Dios el universo. 

Tampoco debería tener importancia alguna para la fe cómo creó Dios la vida, si fue mediante el Verbo o si Dios lo hizo a través de las fuerzas naturales del universo que Él mismo creó. La grandeza de la obra de Dios debería seguir siendo vista como sobrecogedora, independientemente de los medios utilizados para el surgimiento y el desarrollo de las diversas formas de vida. 

Desde una perspectiva moral, la humanidad surge de la biología y ha evolucionado como especie social con tendencias cooperativas y altruistas dentro de su propio grupo, y tendencias competitivas o belicosas hacia grupos ajenos. El propósito de la civilización es acentuar lo mejor de nuestra naturaleza. 

Según Shermer, los creyentes podrían aceptar la ciencia y, en especial, la teoría de la evolución porque ésta puede interpretarse como la revelación de la magnificencia de Dios, con una profundidad jamás soñada por nuestros ancestros. 

Hemos aprendido mucho en los últimos 4.000 años, y este conocimiento no debería ser nunca degradado o negado. Más bien a la inversa, la ciencia debería ser bien recibida por todos aquéllos que aprecian la sabiduría, escribe el autor. 

Controversia generalizada 

En la misma línea que propone Michael Shermer, la National Academy of Science de Estados Unidospublicaba en 2008 un libro titulado “Science, Evolution and Creacionism” en el que, además de explicar las diferencias entre ciencia y religión, se sostenía que la aceptación de la teoría evolutiva no precisa necesariamente del abandono de la fe en Dios. 

La controversia aquí presentada no afecta, sin embargo, sólo a los creyentes cristianos estadounidenses, sino que también genera conflicto entre creyentes de otras doctrinas, como el Islam. 

Así, en el mundo musulmán tampoco existe una única postura ante la teoría de la evolución. Mientras que existen musulmanes que no ven conflicto alguno entre ésta y su fe, otros la rechazan de pleno, por considerarla opuesta a sus creencias, tal y como explicamos en otro artículo de Tendencias21.


Reproducido desde tendencias21

Simulan por primera vez un cerebro tan grande como el de un gato

Simulan por primera vez un cerebro tan grande como el de un gato

A este ritmo, simularán el cerebro humano en 2020

 

Reproducido desde tendencias21 

 



En la conferencia de supercomputación de este año SC09 en Portland, la empresa IBM ha anunciado grandes avances en la tecnología de simulación de redes neuronales biológicas, haciendo público que han conseguido simular el funcionamiento de un cerebro del tamaño del cerebro de un gato. Esto supone un gran salto cualitativo en cuanto a simulaciones de redes neuronales biológicas complejas. Además se ha desarrollado un algoritmo específico para un supercomputador de casi 150 mil núcleos de IBM, llamado BlueGene, capaz de estudiar con gran detalle el funcionamiento del cerebro humano. Con los resultados obtenidos y observando la evolución de la tecnología, se puede hacer la previsión de que para 2020 se podrá simular un cerebro del tamaño del de los humanos. Por Rubén Caro.






Todos sabemos que existen los supercomputadores. Nos imaginamos que son máquinas muy complejas, como nuestros propios ordenadores, pero a lo grande. Si nuestros ordenadores tienen uno, dos o cuatro núcleos, un superordenador debe tener al menos 100 núcleos o más. Por eso son tan caros. También sabemos que esos ordenadores se utilizan para tareas serias y deben funcionar bien, por lo que deben funcionar con versiones especiales de Windows o de MacOS, los sistemas operativos más avanzados. 



La sorpresa se la puede llevar más de uno cuando descubra que los supercomputadores de hoy en día pueden contar con cientos de miles de núcleos. El más potente tiene unos 250 mil núcleos, ni más ni menos. Además, resulta que Windows o Mac no son (ni lo han sido nunca) los sistemas operativos más avanzados. De los 500 superordenadores más potentes del mundo, un 90% usan el sistema operativo libre Linux, y un 5% usa el sistema Unix, según  el último informe del mes de noviembre. 



El cerebro de un gato 



Según las últimas estimaciones sobre la velocidad de crecimiento de la capacidad de los supercomputadores, éstos alcanzarán una potencia de cálculo de un exaflop (10^18 operaciones por segundo) en el año 2018. Este nivel de potencia tiene una cualidad especial, y es que según Rajagopal Ananthanarayanan, Steven K. Esser Horst D. Simon, y Dharmendra S. Modha, científicos investigadores de IBM, con esa potencia de cálculo ya será posible simular de manera artificial el funcionamiento de un cerebro humano biológico. 



De momento, lo que han conseguido con uno de los supercomputadores de hoy en día es simular el funcionamiento de un cerebro de unos mil millones de neuronas y de unos 10 billones de conexiones neuronales casi en tiempo real. Eso equivale aproximadamente a un cerebro biológico de un gato. El superordenador utilizado, el BlueGene de IBM, tiene 150 mil núcleos y unos 144 mil gigabytes de memoria. 



Un salto cualitativo 



En el artículo que han publicado en la conferencia de supercomputación de este año SC09 en Portland, explican que esto supone un importante salto cualitativo en cuanto a simulaciones de redes neuronales biológicas complejas, puesto que la complejidad del cerebro de un mámífero mediano, como un gato, es órdenes de magnitud mayor a la encontrada en simulaciones anteriores, equivalentes a mamíferos pequeños, como ratas. Esto abre todo un abanico de nuevos mecanismos y fenómenos que pueden simular, y que no se dan en cerebros más simples. 





Foto: IBM
El objetivo final es lograr comprender cómo funciona el cerebro humano en toda su complejidad. Pero el cerebro humano tiene aproximadamente 20 mil millones de neuronas y unos 200 billones de conexiones neuronales. Mientras la tecnología alcanza los niveles necesarios para poder simular en un laboratorio el funcionamiento del cerebro humano con todo detalle, se puede intentar obtener el máximo de información posible que nos permita la tecnología actual. 



Estudiar el funcionamiento del cerebro humano, y crear nuevas computadoras 



Para eso mismo, también han desarrollado un software especial para ese supercomputador, y que han bautizado como BlueMatter. Para desarrollar el proyecto han contado con la colaboración de científicos del Lawrence Berkeley National Laboratory, y de la Universidad de Stanford. Con este software pueden estudiar muy detalladamente el funcionamiento del cerebro humano a partir de imágenes de resonancia magnética funcional de cerebros humanos vivos. No es lo mismo que tener una simulación del cerebro, neurona por neurona, pero se podrá aprender mucho sobre los mecanismos internos del sistema neuronal humano mientras tanto. 



Hay otro objetivo además de conocer el cerebro humano con precisión, y es crear computadoras más potentes utilizando las estrategias de cálculo que usa el propio cerebro. Conforme se van desvelando los misterios del funcionamiento del cerebro, se descubren las estrategias que éste utiliza para procesar semejante cantidad de datos, resolver problemas tan complejos a una velocidad de vértigo, y además hacerlo gastando sólo una pequeña cantidad de energía y ocupando el mínimo espacio. Hasta cierto punto, esas mismas estrategias podrán ser utilizadas en los ordenadores para obtener más potencia de procesamiento. 



En el horizonte está el conocimiento completo de cómo funciona la mente humana, y paralelamente, la posibilidad de reproducirla artificialmente. 



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